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Un regalo con historia: Regalo de Francia a los Estados Unidos en 1886 para conmemorar el centenario de la Declaración de la Independencia, la estatua de cobre verde se ha convertido en uno de los lugares turísticos más emblemáticos de la ciudad.
Más que una estatua: Más allá de su imponente presencia, la Estatua de la Libertad guarda secretos y curiosidades que la hacen aún más fascinante.
Su tamaño es colosal: Con 93 metros de altura desde la base hasta la punta de la antorcha, la Estatua de la Libertad es una de las esculturas más grandes del mundo.
Un símbolo de la libertad: La estatua sostiene en su mano derecha una tabla (tabula ansata), inscrita con la fecha de la Declaración de la Independencia (4 de julio de 1776). En su corona hay siete puntas que representan los siete mares y continentes del mundo.
Un interior sorprendente: Dentro de la estatua hay una escalera muy empinada de 354 escalones que conducen a la corona. Desde allí, se puede disfrutar de una vista panorámica impresionante de la ciudad de Nueva York.
Un faro histórico: La Estatua de la Libertad sirvió como faro hasta 1902, guiando a los barcos que entraban al puerto de Nueva York.
Un viaje inolvidable: Visitar la Estatua de la Libertad es una experiencia única e inolvidable. Puedes subir a la corona, explorar el museo de la isla o simplemente disfrutar de las vistas desde el ferry.
Planifica tu viaje:
Cómo llegar: La forma más popular de llegar a la Estatua de la Libertad es en ferry desde Battery Park en Manhattan o Liberty State Park en Nueva Jersey.
Horarios: La estatua está abierta todos los días del año, excepto el 25 de diciembre.
Entradas: Se pueden comprar en línea o en la taquilla del ferry.
La Estatua de la Libertad es un destino turístico imperdible para cualquier persona que visite la ciudad de Nueva York. Y como símbolo de libertad, esperanza y democracia nos recuerda los valores que unen como nación a los Estados Unidos de Norteamérica.
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